1.7.12

TRADUCCIÓN "REFLEXIONES SOBRE LA GUERRA MUNDIAL" DE BETHMANN HOLLWEG. CAPÍTULO:"El estallido de la guerra" 2º parte PAG 111-119



Nosotros abogamos seriamente en Viena por la aceptación de la mediación deseada por Grey, y a pesar de las mas fuertes presiones habíamos fallado. Resturamos de nuevo las conversaciones directas entre Viena y San Petersburgo. En esta última conexión yo mismo le dije al conde Berchtold: " Aunque nosotros estamos completamente preparados para cumplir con nuestras obligaciones recogidas en los tratados, debemos rehusar deslizarnos  a una conflagración mundial a causa de Austria-Hungría". Nuestra gestión en Viena fue eficaz. Pero no pudimos salvar la paz porque San Petersburgo se mantuvo en sus trece. Y San Petersburgo rehusó porqu Inglaterra no frenó su belicosidad. No hubo ultimatum ingles en San Petersburgo puesto que Grey no deseaba algo semejante. Porqué no fue más allá admite varias lecturas, pero el permitió que su consejo fuera abandonado sin protestar. A medida que la marea del militarismo crecía y crecía en San Petersburgo él no hizo nada decisivo para contenerla. Las diversas medidas inglesas de mediación siempre tomaban el aspecto de presiones sobre Viena, mientras que las presiones sobre San Petersburgo eran, comparadas con las ejercidas sobre Viena, conspiscuas por su ausencia. Esa es la verdadera razón por la que nuestra mediación se probó en la práctica ineficaz

El proceder que habíamos percibido en la "misión Haldane" se reprodujo en la actitud británica en esta ocasión.

En ese tiempo Inglaterra estaba buscando un entendimiento con Alemania, pero sin mencionar nada que pudiera acongojar a Francia, lo que producía un círculo vicioso. Ahora Grey quiso preservar la paz, pero solamente siempre que las ambiciones rusas no fueran  afectadas, incluso más allá de una reducción al absurdo. Así que lo que Inglaterra había sembrado, debía cosechar.

Sir E. Grey había atado sus propias manos por su profunda dependencia de la alianza francorrusa y por fortalecer esa alianza por su propia y libre voluntad por convenciones  militares. Ya no era libre. Claramente, él tenía el sentimiento de que tras semejante acción su honor no le permitría hablar firmemente a sus amigos del Neva.

Tampoco Alemania era libre. Pero no estaba atada en el mismo grado. Incluso en los más críticos momentos nuestros tratados con Austria-Hungria no nos habían impedido  tomar las enfáticas acciones para imponer moderación cuando era requerida en el intrés de la paz sobre nuestros amigos y aliados. ¿ Pero teníamos alguna opción si dejabamos a Austria librada  a su destino en un asunto tan vital como este?

Habíamos fracasado en retratar el venenoso colmillo de la alianza francorrusa y encontrar así un entendimiento con Inglaterra. Esta había claramente indicado a los francorrusos que apoyaría su política no solo diplomáticamente sino militarmente también.  La política de la Alianza era belicosa. Poincaré era un representante del revanchismo. Rusia estaba convencida de marchar sobre Constantinopla , y su ruta pasaba a través de Berlín y Viena. Los batallones rusos estaban multiplicándose gracias al dinero francés de año a año , Francia había incorporado el servicio militar de 3 años bajo la presión Rusia, y no había duda de la voluntad de ir consolidando esto a lo largo del tiempo. La cooperación pacífica  internacional no era el objetivo de los gabinetes concernidos. El ángel de la paz no había apaciguado el agitado espíritu de la guerra boer, la guerra rusojaponesa, de la quiebra de la paz en Trípoli, de la conspiración balcánica. Los grandes estados estaban solamente ocupados en la búsqueda propia del poder material, y las muertes en masa no parecían un precio excesivo para la adquisición y asimilación de ese poder. La política alemana veía la existencia de Alemania como una gran potencia haciendo equilibrios sobre la punta de bayonetas hostiles. Veía como su único aliado fiable sentenciado a una temprana destrucción si se le negaba el poder de anular las minas que habían sido instaladas bajo los fundamentos de su casa. Si este aliado  colapsaba o desertaba al campo enemigo  por el fallo de sus amigos en proteger sus intereses vitales, entonces Alemania estaría totalmente aislada.
Sería estrujada hasta la muerte por un círculo de enemigos, agrupados en una campaña común por el dominio del mundo aunados por el disgusto celoso ante un creciente competidor comercial, por la animadversión de la raza eslava  contra los teutones, y por una voluntad de venganza por la victoria de 1870.

Y esa es la razón por la que la política alemana entendía como apropiada la decisión de Austria de tomar acciones contra Servia como la forma de garantía renovada de su adherencia a la alianza.

Soy bien consciente de que en vista del subsecuente curso tomado por la guerra semejante razonamiento, o incluso toda la línea argumental puede ser cuestionada en conjunto. Pero aquellos que nos juzguen razonablemente y quienes no meramente buscan un chivo expiatorio están legitimados para preguntar porque la política alemana no fue guiada para evitar ser colocada en los colmillos de este dilema. Yo pienso que esta cuestión sobreestima ampliamente la libertad de acción que presidía nuestras decisiones en la última década. Alemania también había caído bajo el hechizo del ideal de poder que entonces dominaba el mundo entero. Si intentábamos averiguar lo que estaba en la mente de Bismarck nosotros vemos que su constante  preocupación por su "pesadilla de coaliciones" puesto que Alemania habiendo rebasado el punto de saturación, y  limitada en temas navales y coloniales , todo apuntaba a la consciencia de los peligros que rodeaban a una Alemania que había sido, como todos los grandes imperios del mundo,  construida por la fuerza. Alemania había entretanto crecido en vigor tan increíblemente, y tan precipitadamente, que había sido forzada a tomar su puesto en la política mundial y había sido infectada con los ideales de poder peculiares en este periodo. Esto había desembocado en un nuevo rumbo que ya podía claramente sortear los escollos que Bimarck  había oteado con amplia perspectiva. Nuestra política naval y oriental son probablemente los más características rasgos
de esta nueva línea. Ningún hombre de estado alemán habría sido lo suficientemente fuerte para poner el timón sobre un diferente curso a menos que pudiera asegurar a su pueblo que con toda probabilidad humana los conflictos del gran mundo en los cuales Alemania se viera envuelta podrían ser  solventados por negociaciones pacíficas y no por la espada. Y la única manera de hacer esto, lo mantengo a pesar de todo, era a través de un entendimiento con Inglaterra

Francia estaba entregada al ideal de la revancha, Rusia a su histórica misión en los Balcanes y los Estrechos, Austria a sus dificultades internas, y ninguna de ellas podía tomar el liderazgo. Alemania e Inglaterra me parecían los únicos Poderes libres para actuar y que no estaban mediatizados por ninguna fuerza fundamental enfocada hacia algún cambio concreto en el status quo. Lord Haldane no dudará en recordar una noche en mi casa cuando le explique pormenorizadamente que un entendimiento real entre nuestros países garantizaría la paz y gradualmente guiaría a las Potencias lejos del espectro del imperialismo militarista al polo opuesto de una pacífica y amigable cooperación. Pero hasta él prefirió la supremacía británica asegurada por los dreadnoughts y la amistad francesa

Así, de que modo Alemania podría haber planteado contra una obstinada determinación de no liberar al sistema europeo de coaliciones de su amenaza militar, sino mas bien  a aumentarlo y agravarlo, estaba fuera de cuestión puesto que Alemania no podía emprender sola un camino en el cual nadie la acompañaría. Alemania tenía que mirar los hechos brutales a la cara y reconocer que la política de los gobiernos estaba inspirada no por grandes principios humanos, sino que las jefaturas estatales no aspirarían a nada mas elevado que saciar sus ambiciones en las oportunidades de la guerra La política alemana fue así forzada a recurrir a paliativos en la esperanza de que el inminente mal podría al final ser prevenido por aplazamientos. Pero desde que esto había privado a Alemania de presentar un carácter más amistoso al grupo de Potencias opuestas, también ahora Alemania estaba determinada a no hacer nada que pudiera debilitar a su propio grupo. Y esta fue la razón final de porqué la alianza con la monarquía danubiana fue la piedra toque de nuestra política. Nosotros habíamos exitosamente evitado que esta política nos comprometiera en un conflicto con Rusia durante las guerras balcánicas. Incluso habíamos cooperado en los designios rusos sobre Constantinopla mediante repetidas garantías al gabinete ruso de que no pondríamos dificultad en la cuestión de los Estrechos, manteniendo de ese modo nuestra política tradicional de no permitir que nos usaran como subalternos de  aquellos más directamente interesados en este tema.

[ Nota del Autor: Rusia elevó esta cuestión en Berlín a fines de 1911; desde ese momento ellos no volvieron a abordarnos respecto a sus ambiciones en los Estrechos. El gobierno de San Petersburgo había desautorizado y subsecuentemente retornado a su embajador en Constantinopla, Tcharikow, quien desde 1911 había estado presionando por la apertura de los Estrechos, y esto teniendo en cuenta la oposición británica. Su sucesor, el señor De Giers, en una larga conversación en marzo de 1914 con el embajador alemán explicó su programa político, si fuera llamado a suceder a Sassonow. Este programa estaba basado en un acercamiento germanoruso, y garantizando la integridad territorial turca iría lejos en satisfacer las ambiciones rusas allí. Herr Von Wangenheim se mantuvo escéptico respecto a la propuesta, y con justificación desde que han sido expuestas las publicaciones de documentos confidenciales por los bolcheviques. El señor Giers había asimismo tomado parte en la muy citada conferencia del 21 de febrero de 1914 en la cual se discutió una acción militar en los Estrechos, sin, tan lejos como registra el protocolo, ningún punto de vista disidente. Que justo en el momento en el cual el Zar  estaba ratificando los proyectos de Sassonow, él hubiera tenido éxito en conseguir su consentimiento a una política de preservación de Turquia sobre las bases de un entendimiento ruso-alemán parece poco probable Si el señor Giers hubiera podido llevar a cabo su propia política el podría haber sido  relevado tan fácilmente como lo fue Tcharikow Y si, como sucesor de Sassonow, el se hubiera enfrentado con la cuestión de como reconciliar la política de aproximación germanorusa con una estracha relación con las potencias occidentales, no había duda de que él habría repetido la experiencia de Postdam. Esto no puede ser comprobado puesto que Sassonow siguió en su puesto y llevó adelante su política belicosa ]

¿Podriamos haber resulto el problema sacrificando a Austria-Hungría? Si Austria hubiera caido el mundo eslavo habría asegurado el exito de siglos. Semejante indiscutible conquista por Moscú habría presionado pesadamente sobre el Oeste. Alemania solamente habría sobrevivido a la caída de Austria como un vasallo del potentado oriental. La era de Nicolás I habría sido revivida bajo Nicolás III [ N. del Traductor: desconocemos si se trata de una errata de la edición y se refería realmente al zar Nicolás II o hacía una previsión de futuro en un supuesto "Nicolás III"], con diferentes condiciones. Los opresores de Alemania podrían entonces haber determinado en su caso el día en el cual Alemania cesaría de existir como gran potencia.

Yo considero que semejante capitulación habría sido imposible.

Una leyenda a la que se le ha dado amplia circulación asigna el origen de la guerra a un consejo de la Corona que seguro se dijo el Káiser habría sostenido en Postdam el 5 de julio de 1914. Incluso los alemanes creen esta fábula, aunque nuestros oponentes, quienes ciertamente no habrían pasado por alto semejante hallazgo, no dicen nada sobre tal consejo de la Corona en sus publicaciones oficiales. Aun más, cualquier investigación, hasta la mas somera, debe haber demostrado que la mayoría de esos declararantes pretendidamente presenciales no podrían haber estado en Postdam o siquiera en Berlín.

Como relato de los hechos, lo que ocurrió fue esto: el 5 de julio, el conde Szogyenyi, embajador de Austria, tras almorzar con el emperador le entregó una carta autógrafa del emperador Francisco José, junto con un memorandum de su gobierno. Este memorandum trazaba un exhaustivo programa balcánico de un carácter de largo alcance, en el cual se daría jaque mate a los planes rusos mediante fuertes contramedidas diplomáticas. Esta política buscaba apoyar a Bulgaria y Turquía contra un ahostil Servia,  en vez de una Rumania que ya no era de fiar. El obejtivo era una alianza balcánica con la exclusión de Servia bajo la égida de las Potencias Centrales. El incidente de Sarajevo fue aducido como evidencia de que el conflicto entre Austria y Servia era irreconciliable y lo que la monarquía debía esperar era una obstinada y agresiva hostilidad de Servia. El manuscrito del emperador sintetizaba brevemente , y sugería que la política pacifica de las Potencias estaba amenazada si la agitación en Belgrado era consentida.  El Káiser recibió ambos documentos con la advertencia de que él solo podría responder despues de consultar al canciller. Al atardecer de ese mismo día el Káiser me recibió a mí y al secretario de exteriores, Zimmermann, que representaba al ministro Von Jagow, entonces de baja.