La proporción de 2/3 entre las flotas alemana y británica se convirtió en un objetivo estratégico para Tirpitz. Los contactos con el partido del Zentrum el 16 de octubre de 1911 dieron poco resultado, porque este consideraba la ley naval prematura. Tampoco los conservadores de Klemens von Schorlemer se mostraron receptivos.
El Heer estaba cada vez más inquieto por el visible aislamiento del país desde 1905 y el cambio en el balance de poder. La importancia de la cuestión era patente, por ejemplo, en el discurso del dirigente conservador Heydebrand en noviembre de 1911 cuando debatía la firma de los acuerdos que ponían fin a la 2º crisis marroquí:
“ Lo que salvaguarda nuestra paz no es la flexibilidad, acuerdos, entendimientos, sino solo nuestra buena espada alemana y el sentimiento de que estamos elevando la vista hacia un gobierno que no permita que esta espada se oxide cuando el momento apropiado llegue”
El ministro de la Guerra del momento, Josias von Heeringen explicó por esas fechas a Bethmann que la situación político-estratégico se había deteriorado en perjuicio de Alemania.
JOSIAS VON HEERINGEN, MINISTRO DE LA GUERRA ALEMÁN
En los memorándums de finales de 1911 emitidos por el ministerio de la Guerra y el Alto Estado Mayor se insistía en esa percepción de un empeoramiento de la situación política y militar de Alemania. Además, afirmaba que cualquier conflicto armado se decidiría en el continente europeo. Esto suponía una clara divergencia con el planteamiento de la política mundial de Tirpitz y el káiser.
Wermuth, el riguroso ministro de Hacienda, compartía esta opinión y prefería fortalecer al Heer, como reconoció en una conversación con el embajador sajón en diciembre de 1911.
Por tanto los temores de Tirpitz de que el canciller utilizara las necesidades del ejército para frenar la expansión de la marina. De hecho le pidió expresamente a Bethmann que confirmara la expansión de ambas ramas de las fuerzas armadas nacionales. Tirpitz amagó con dimitir si la ley naval no era contemplada en el presupuesto de 1912. Bethmann recurrió a la argucia de incluir un suplemento en el presupuesto para finales de 1912, a fin de evitar la polémica por la subida de impuestos cuando las elecciones al Reichstag de ese año muy próximas. Pero el tira y afloja se mantuvo sobre el número de barcos anuales a construir.
La idea de obtener colonias en África Central a costa de las posesiones de Portugal y Bélgica a cambio de un acuerdo naval fue manejado en estas fechas por el ministro de exteriores Kiderlen, el embajador ante Londres Paul W. Metternich y su agregado en la legación, Von Kuhlman. Este ultimo anotó el 8 de enero de 1912: “ (áreas) en las cuales Gran Bretaña puede estar dispuesta a apoyar la expansión colonial a gran escala sin dañar sus propios intereses : las colonias portuguesas y la cuenca del Congo (…) en orden a hacer una realidad el gran imperio colonial alemán en África Central ”
Para obtener el beneplácito británico la condición previa era congelar el ritmo de grandes construcciones navales. Sin embargo el káiser no estaba dispuesto a limitar la ley naval a una centrada en el personal y los buques ligeros que buscaba el apoyo de los militares y civiles del ministerio de la Guerra. El 11 de enero en la reunión del canciller con los representantes del káiser Georg von Muller y el jefe del gabinete civil del káiser Rudolf von Valentini el canciller les explicó que “ si no construimos ahora ningún dreadnought adicional estaríamos en posición de crear un gran imperio colonial, produciendo una brecha en la Triple Entente” [ Gorlitz “El káiser y su corte” Gotinga 1965]
Estaba dispuesto a continuar gastando dinero en la Marina, pero en naves ligeras y personal. Muller y Tirpitz querían más acorazados y pensaban que sin una nueva ley naval, por cada nueva construcción hubo una lucha agotadora con el Reichstag. Las elecciones de 1912 dieron lugar a 160 diputados del SPD y 40 diputados del Zentrum católico, lo que desde luego hacía imposible el soñado ritmo de seis construcciones de buques de línea.